Dominó genético

Pieza para Mosaico genético en México: una mirada desde las artes.

Juegos de 28 piezas de dominó en los que se intercalan las 4 letras correspondientes a los cuatro tipos de bases nitrogenadas que se encuentran en la molécula del ADN: Adenina (A), Citosina (C), Guanina (G) y Timina (T). La secuencia de bases en una porción de la molécula de ADN se denomina gen y contiene las instrucciones necesarias para construir una proteína.

El acrónimo AGTC, en una distribución aleatoria en juegos de dominó de 28 piezas, me sirve para aventurar (imaginar, soñar, desear) que la genética es una operación que conjuga Azar, Posibilidad y Probabilidad al mismo tiempo.

La composición genética (ancestral) de cada individuo conlleva implícita una carga determinada en la herencia del código de los padres (50% viene del padre y 50% de la madre), que nunca será la misma herencia que puede recibir un hermano.

¿Qué determina, entonces, la composición de esa carga y no otra?

O en otras palabras, ¿por qué esa carga específica va a un individuo, y otra carga a su hermano(a), y no al revés?

¿Cuánto hay de azar, probabilidad y posibilidad en esta asignación aleatoria de cargas genéticas?

Así como jugamos en el imaginario con la idea de que se puede inclinar la balanza para que un bebé nazca siendo hombre o mujer, al modificar la temperatura durante el embarazo (según algunas tradiciones), igualmente imagino que una serie de factores que hacen que la carga hereditaria en un individuo sea una, y no otra: ¿Podríamos haber nacido con otro código, en el juego de dominó genético? En su poema Ajedrez, Borges plasma con maestría lo que yo apenas trato de esbozar en mi pieza Dominó genético, y curiosamente, lo hace con 2 sonetos en un mismo poema, compuestos por 14 versos cada uno, que sumados dan 28, el mismo número de piezas que componen un juego de dominó.

AJEDREZ
 I 
 En su grave rincón, los jugadores 
 rigen las lentas piezas. El tablero 
 los demora hasta el alba en su severo 
 ámbito en que se odian dos colores. 
 Adentro irradian mágicos rigores 
 las formas: torre homérica, ligero 
 caballo, armada reina, rey postrero, 
 oblicuo alfil y peones agresores. 
 Cuando los jugadores se hayan ido, 
 cuando el tiempo los haya consumido, 
 ciertamente no habrá cesado el rito. 
 En el Oriente se encendió esta guerra 
 cuyo anfiteatro es hoy toda la Tierra. 
 Como el otro, este juego es infinito. 
 II 
 Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada 
 reina, torre directa y peón ladino 
 sobre lo negro y blanco del camino 
 buscan y libran su batalla armada. 
 No saben que la mano señalada 
 del jugador gobierna su destino, 
 no saben que un rigor adamantino 
 sujeta su albedrío y su jornada. 
 También el jugador es prisionero 
 (la sentencia es de Omar) de otro tablero 
 de negras noches y de blancos días. 
 Dios mueve al jugador, y éste, la pieza. 
 ¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza 
 de polvo y tiempo y sueño y agonía?

En este Dominó Genético, cada ficha es una composición de genes heredados (y/o por heredar), y la mezcla de las fichas puede implicar centenares de combinaciones.

¿Cómo interviene el azar y la probabilidad para hacernos ser quienes somos?

¿Pudimos ser otros, si el azar hubiera jugado de otra forma?

¿Pudimos ser los mismos, con otras características?

¿Quién, cómo, decidió quién soy?

¿Yo decido quién soy a partir de lo que heredé, o estoy condenado a repetirme?

La pieza plantea que, como en una tirada de dados, en el juego de dominó se entrecruzan la probabilidad (nunca podrá salir algo que no estaba incluido), la posibilidad (no es posible escoger una ficha, o una cadena genética de información que no está previamewnte presente) y aparentemente, el azar (¿por qué escoger una ficha, y no otra?).

Pero en realidad el azar no existe, en tanto que todo está creado. Es sólo cuestión de tiempo para que salga una u otra ficha, siempre que exista en la realidad, sobre la mesa. No puede salir una ficha que contenga otra base, X, Y o Z, pues no están incluida en el juego. ¿O sí, y no lo sabemos del todo? Ahora se habla incluso de la “materia oscura del ADN y de los códigos genéticos ocultos, o que no están visibles”.

El misterio de la vida continúa, y las combinaciones, y recombinaciones de lo que ya conocemos es suficiente para darnos de topes contra la realidad, sin mencionar lo que no conocemos.

El Dominó Genético es un juego que sugiere que todo está escrito, pero podemos modificar la narrativa a partir de creer que el azar (la suerte) juega en nuestro favor o en nuestra contra. Busca poner sobre el tablero de lo posible, mucho más que sólo probabilidades.

Pero en el juego hay una vuelta de tuerca adicional, si pensamos que puede (pudo) haber otros juegos de dominó en el escenario, si partimos de la base de que nosotros somos sólo un juego de juegos de 28 piezas, producto de nuestra carga genética (3 mil millones de bases, letras), pero hay infinidad de juegos de dominó adicionales que corresponden a otros individuos, y otros tantos que corresponden al juego de dominó que pudimos ser y no fuimos. Y al mezclarnos con otros, al intercambiar fichas en el tablero genético, lo que hacemos es agregar otros cientos de miles o millones de combinaciones.

¿Qué tanto operan el Azar, la Probabilidad y lo Posible, en este juego?

¿Qué Dios detrás de Dios, la trama empieza?

REFERENCIAS
Mosaico genético en México: una mirada desde las artes