Breves objetos infalibles


 Pruebas de una batalla existencial, 
 las migajas del pan descansan sobre la mesa 
 ignorantes y ciegas 
 de la sangre que se ha derramado en los calderos. 
 
Su inocencia es la del agua que hierve 
 sin experimentar dolor.
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 Entre el cielo y el infierno 
 media una patita de cerdo, 
 diminutiva, 
 enfática en su solitaria existencia 
 cercenada pero en vinagre.
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 No eran las palabras ni los hechos 
 armas ideales para atacar las viandas con suficiencia, 
 faltaba meter las manos en la grasa 
 para recordarnos que el pensamiento de Occidente 
 sale sobrando cuando se trata de comida.
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 Sin aspavientos, 
 el cocinero aficionado juega con las palabras como con las especias, y piensa en "las experiencias del comedor a apios".
 nada garantiza la calidad de un verso, 
 pero con la panza llena cualquier letanía sabe a gloria: 
 una delgada carga de agua que se trasmina hacia los bordes del caldero… 
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 Bastaban tres o cuatro guiños 
 y una brisa ligera para sacudir los malos pensamientos. 
 Extendió el mantel y las migajas volaron por los aires, 
 dejando tras de sí una carga de felicidad 
 sólo comparable a la sobremesa.
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 Toda la filosofía política se desvanece 
 ante una cucharada de chilpachole de jaiba.
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 Las cucharas en el receso de las seis de la mañana, 
 bajo una ínfima raja de luz 
 deslizándose como el humo sobre las baldosas. 
 Tenías razón.
 “De la solapa a la aguja existen 3.1416 instantes para dudar”, 
 solías decir por teléfono, 
 mientras el gato insistía en dibujar 
 el nacimiento de un potro en el vaho de la ventana.
 
 La idea de lo posible era suficiente. 
 Todavía lo creo. 
 Éramos apenas unos niños y la cocina, 
 el comedor y la sala bastaban para construir el mejor de los mundos.
 
 Tenías razón, 
 el mar se aleja conforme piensas en su ataque.
 
 Del vaso vacío brotan ideas subversivas, 
 hoy lo sé como se sabe que los cometas están hechos de agua. 
 Nadie en su sano juicio pensaría que estábamos equivocados. 
 Tenías razón otra vez, el desayuno nos miraba desde lejos.
 
 Desayuno
 Marco teórico
 Café y humo
 Galletas de nuez
 La tala del sillón más viejo de la casa
 
 Un Barragán no es un inmueble, puede ser (lo es) un sillón raído por cuarenta años de tráfico pesado
 
 Esto no es una pipa –me dice mi hijo de nueve años– y yo le creo, con la pipa entre los dedos…
 
 Entre el cielo y el infierno median tres día y seis noches todo pagado en el paraíso…
 Anteojos
 Paraguas
 Tenedor
 Cortauñas
 Abrecartas