La loma en llamas


 Sobre el incendio,
 bajo una luz que desmenuza,
 el equilibrista se estremece:
 entre su sombra y el aire
 cruza una saeta zigzagueante.

 Llueven señales y guiños de las casetas de mando,
 hay una fiesta de matracas sobre las graderías,
 los niños parecen practicar la caza,
 el arte del acecho.

 Sobre la loma en llamas,
 a solas con su poder,
 el lanzador no mide consecuencias,
 ciego se entrega a su destino,
 a su ejercicio de soledad bajo la gorra.

 Corre hacia su fin la parte baja de la novena entrada.
 El sopor es una forma de la muerte,
 es una gota de sudor entre nosotros y el mundo.

 Nadie se mueve de su sitio,
 la piedra es un animal que respira con dificultades:
 viene un strike, un foul y un cepillazo.

 Ante la curva sin peso, lánguida como la tarde,
 el bateador hace contacto,
 levanta vapor entre la muchedumbre.

 El triunfo es una espina fría en la base del cráneo.
 El sueño de la masa se ha cumplido:
 la gente se aleja del estadio como de sí misma.

Para el catálogo de la exposición Novena, de Demián Flores
Revista de la Universidad de México