La multiplicación de los passwords


 en el principio fue el login,
 el usuario conectado a una dirección IP,
 la identificación digitalizada entre una base de datos…
 después llegó la contraseña y la confirmación de acceso,
 no hubo mucho tiempo para adaptarse
 y entregar de un golpe los datos personales…
 transcurrieron apenas algunos segundos, bits de instante,
 antes de que se nos pidieran también los domicilios,
 el registro federal de causantes,
 la clave única de registro poblacional…
 nos exigieron la credencial para votar, la nueva, la flamante, la imposible de clonar…
 y con ella la clave de elector,
 la licencia de manejo renovada y con fotografía,
 el pasaporte liberado de impurezas, la homoclave,
 el código postal, la preferencia sexual…
 apenas un respiro para continuar con la captura de datos,
 tuvimos que entregar sin condiciones la firma electrónica,
 –esa insumisa rúbrica para efectos fiscales–,
 la cédula profesional,
 las claves de acceso al servidor de wordpress…
 pasamos sin pensarlo por las casillas de ciudad / estado/ nación/ planeta/ satélites próximos/
 edad/ peso/ altura y estatura –que no son lo mismo en estos tiempos–,
 cintura/ enfermedades crónico degenerativas/ alergias/ grado académico/
 masa corporal/ grasa acumulada/ tratamientos/ cicatrices/ tatuajes/ tipo de sangre /código de iris
 /color de pupila/ ph / huella digital/ huella ecológica/ sombra / coordenadas/ estado civil /
 ubicación/ ex parejas / trabajos anteriores/ referencias/ teléfono móvil/ correo electrónico/
 webpage/ fanpage /facebook/ twitter/ instagram/ pinterest/ gmail/ CLABE/ keycode/ número
 de tarjeta de crédito/ código de seguridad/ religión/ sexo/ número del IMSS/ monederos 
 electrónicos/ seguro para el retiro/ cuenta concentradora/ afore/ créditos bancarios/ tarjeta de
 circulación, contratos de:
 telefonía,
 televisión por cable,
 número del móvil,
 hipotecas…
 escrituras…
 predial…
 tenencia…
 verificación vehicular/
 placas del vehículo/…
 Tuvimos que dejar la existencia ingresando usuarios y contraseñas
 en cada rincón digital de nuestras vidas,
 y ahora sólo tengo esto para dejarte, hijo mío,
 la delirante multiplicación de los passwords
 en un documento lacrado, sellado y blindado, con código QR,
 en una caja de seguridad cuya combinación no recuerdo en este momento,
 esperando que te sobre algo de tiempo
 para disfrutar del aire y
  las palabras y
  el sueño y
  la luz…