Postales de un hombre sin sombra


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 entre dos sílabas, el dulce aroma de la noche,
 una larga caminata sin rumbo fijo, una deriva espontánea,
 el fresno mirando desde lejos, 
 la sensación de totalidad entre las manos,
 y en un instante, apenas un relámpago, la pérdida,
 la desaparición forzada de mi sombra,
 el crecimiento galopante de la angustia…
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 perdí mi sombra un domingo de marzo, 
 –apenas lo recuerdo–, hace más o menos diez años, 
 entre dos manchas de ceniza quedó marcada la ausencia, 
 el vacío se hizo costumbre, los muros dejaron de llamarla por su nombre
 …
 no hay más luz aquí, el nuestro es un paseo a oscuras,
 la pérdida como concepto se endurece,
 empapa los oídos, los codos, las muñecas,
 desdibuja los rostros,
 las ventanas que dan a la calle se cierran de golpe, 
 algo las atraviesa sin piedad 
 y el miedo eriza los cristales
 …
 los pocos niños que aún juegan en la calle 
 levantan la mirada y la dirigen por instinto al horizonte, 
 como si otearan la proximidad de una tormenta,
 sueltan pelotas y juguetes y corren a esconderse, 
 sus risas se quedan girando en la absoluta soledad del patio
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 la luz ha comenzado a cambiar, 
 el tono vira hacia un azul violeta, 
 casi púrpura, un más morado que se va perdiendo entre las sombras,
 llega la noche y con su manto, 
 algo de angustia y de zozobra se apodera del espacio
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 el mundo comienza a resbalar a pedazos
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 los conceptos con los que crecimos se endurecen a gran velocidad, 
 lo que nos enseñaron se agrieta, 
 una por una se rompen las palabras que nos dan sentido y permanencia 
 y sólo quedan las letras y algunos rasguños en la puerta
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 sobre la mesa de la cocina, 
 una manzana agoniza lentamente 
 en espera de una mano que rompa su inercia
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 me llamo pedro, evaristo, manuel…
 me llamo ayer, me llamo todavía, a veces me llamo día y a veces noche,
 y tomo la manzana que agoniza sobre la mesa y la muerdo, 
 y la vida se le escapa como la luz entre mis manos, 
 y comienzo a dudar de la solidez de la madera, 
 de la ligereza del aire, y del dolor y la rabia y las palabras
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 soy sergio, soy rogelio, soy mariana, 
 soy yo cuando despierto y soy también yo cuando desaparezco, 
 soy pablo, tomás, miranda, ayer estaba todavía entre nosotros, entre hoy y mañana
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 diles que no me maten justina, que aunque sea por piedad… 
 así decía rulfo cuando soñaba con nosotros hace 60 años
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 no era necesario bajar el switch de la realidad 
 para darnos cuenta que todo está en tinieblas
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 soy maría, karla, casimiro… 
 tengo 20 años, soy plomero, trabajo en una cafetería, voy a la escuela nocturna, 
 quiero poner mi propio taller, creo que estoy enamorado…
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 a la 1 con 20 minutos nació mi hijo, 
 en el mes del alacrán, en el año del dragón,
 me gusta pensar que en sus manos descansa el destino del planeta;
 estudia magia, quiere ser futbolista, toca el piano…
 entiende algunos conceptos de física cuántica 
 pero no entiende de dónde viene la tristeza que últimamente nos rodea,
 intuimos que es la gravedad
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 hace unos días comencé a pensar en el suicidio, 
 llegó naturalmente, como una idea sin adjetivos, 
 como si alguien hubiera plantado ese pensamiento en mi mente 
 en un momento de descuido… 
 comienzo a dudar de todo lo que me rodea 
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 soy pepe, lourdes, toño, 
 soy aire, soy días sin dormir, soy polvo acumulado,
 soy piedras cayendo en picada sobre un río en tiempo de lluvias
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 estuve preso, viví catorce meses recluido en una cárcel en tijuana, 
 después de eso nada es igual, la luz pierde su brillo, desaparece la esperanza, 
 ahí conoces el miedo y luego hasta eso pierdes, 
 el dolor se vuelve un compañero sólido, algo en lo que puedes confiar, 
 la vida se te va como la suerte, te desvaneces como tu sombra, 
 te vas haciendo viejo a gran velocidad
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 soy alan, carmina, víctor, guadalupe, 
 soy todas las amigas de mi hermana sandra antes de cumplir los 15 años, 
 sus vestidos nuevos, sus zapatos de charol, sus sueños, 
 soy lo que era antes de volver a la ciudad
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 el estratega mide sus palabras, 
 las pesa como si en esa operación ganara parte de la batalla, 
 y luego guarda silencio, sabe que todo se definirá en el último instante… 
 espera, agazapado, al acecho, 
 reprime cada movimiento de su sombra, apenas respira…
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 con las manos abiertas andrés arroja su atarraya y cuenta hasta 10, 
 dejando que la red se asiente en el fondo, 
 para después jalar de un golpe con todas sus fuerzas, 
 como si con los pulmones arrastrara en ese lance una docena de barriletes… 
 andrés sabe que el peligro es real, el pez también lo sabe
 pero la vida es una decisión a fondo
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 soy jimena, alfredo, nadia, 
 me dicen tiempo, a veces me llaman por mi nombre, 
 a veces sólo me tutean, 
 busco mi origen, 
 volver a la semilla
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 no hay un creador ni un centro ni un nosotros, 
 todo es silencio en este páramo sin sombras, todo es vacío y círculos
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 ¿dónde jugarán las niñas 
 antes de entrarle de lleno a las escuelas de la resistencia 
 y armar sus bombas yucatecas molotov de diesel y poemas, 
 en medio del delirio y la depredación?
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 estoy diciendo pendejadas, 
 soy miriam, saúl, eréndira, 
 soy todos y soy huesos y soy libro y barco y techo y soy, 
 a veces soy, a veces…
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 eran las 10 cuando cerré la puerta del coche, 
 antes de permitir a la muerte llevarme de paseo, 
 quería enseñarme algo, 
 apenas lo recuerdo…
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 ¿quién soy?, ¿dónde estoy, ¿cuánto tiempo llevo aquí?
 …
 estoy solo y eso es bueno, tengo en la mano una linterna de luz negra…
 estoy de pie frente al gran río
 que corre sin descanso, estoy solo y eso es bueno
 …
 en el país de las tragedias difíciles de contabilizar me pongo los zapatos 
 y rompo de un tirón mis agujetas, 
 el dolor y la rabia se confunden con el deseo de asesinar
 …
 las aves escapan 
 y en su trazo, la vida también escapa,
 el mundo no cabe en las palabras
 como la luz no cabe en mi mano…
 este tiempo carece de reloj, 
 estamos solos y eso es bueno,
 hasta que se demuestre lo contrario…
 …
 entre una sílaba y otra perdí mi sombra, 
 como se pierde el cabello, apenas sin notarlo…

Versión en inglés, para Poets for Ayotzinapa